Cultura y Sociedad
«En cerámica siempre la última palabra la tiene el horno»

Maria-Jimenez-FiligranaArt-Bisutería Cerámica
El proceso de trabajar la arcilla es lento, meticuloso y requiere de una precisión digna de un cirujano. Tras quedarse en paro, María Jiménez se reinventó. Y lo hizo a través del barro.
«En 2016 me apunté a un curso de cerámica. Ahí descubrí este mundillo, me encantó y en 2018 abrí mi empresa, filigranaArt». No tenía en mente emprender, pero los caminos del señor son siempre inescrutables y ya lleva siete años puliendo, esmaltando y horneando: «Antes del curso no sabía nada de cerámica. Empecé a crear piezas y a la gente le gustaban. Una cosa llevó a la otra y me lo planteé en serio y me di de alta en autónomos».
Su taller es su casa. Es «la mesa en la que comemos», los hornos los tiene en la terraza y una de las paredes del salón está decorada con el catálogo de esmaltes que usa.
La arcilla requiere de tiempo y paciencia: «Primero haces la pieza y la dejas secar una vez terminada. Luego se pule y va al horno a bizcochar. La primera hornada se llama bizcocho y transforma el barro en cerámica. Una vez lo sacas del horno, se esmalta y vuelta a hornear». Lo dicho, no es un trabajo para impacientes. Es un proceso «muy laborioso» que puede durar «de siete a diez días».

Cargando horno de bizcocho. Filigranaart Bisutería Cerámica.
La emoción se dibuja en su cara cuando habla de su parte favorita del proceso, la última: «Abrir el horno de esmalte. Es lo más apasionante porque en cerámica siempre la última palabra la tiene el horno. Tú puedes trabajar, puedes crear, pero cuando lo metes en el horno, hasta que no lo abres, no sabes si ha salido bien. Una pieza que parece que haya ido bien y puede estallar, se puede escurrir el esmalte o puede no salir el color que tú quieres».
En cambio, cuando le preguntas por la parte que menos le gusta, la tensión aparece reflejada en su cara aunque se ría: «Pulir las piezas. Estás en tensión porque en ese momento el barro es muy frágil y es cuando se puede romper. Es desesperante, cada vez que me pongo a pulir adelgazo dos kilos».
Como en todo en la vida, en la cerámica, la experiencia es un grado: «Al principio sí se me rompían más piezas, se me escurría el esmalte o se me pegaban las piezas». Pero después de nueve años en el mundillo, ya tiene los tiempos medidos y sus trucos (el 99 por ciento de las veces) infalibles.

Trabajando el barro. FiligranaArt Bisutería Cerámica
María suele sacar dos colecciones al año: una en primavera y otra más de cara al invierno, como las casas de alta costura que desfilan en las semanas de la moda de las diferentes capitales europeas. «Hago una pieza de cada y trabajo mucho por encargo. La gente entra a la página web y ve unos zarcillos que le han gustado y me los pide en un color diferente. También he hecho arras para bodas y medallas para ramos de novias personalizadas».
Eso sí, ante todo, María es realista: «Hago todo lo que yo sea capaz de hacer. Si veo que no, digo que no. No me suelo venir muy arriba. A veces me piden cosas fuera de mi zona de confort y siempre lo intento, pero si veo que no sale como creo que tiene que estar, no lo hago».
Lo mejor de la artesanía es la exclusividad: «Solo hago piezas únicas. Las manos son incapaces de hacer dos piezas iguales. Siempre digo que son arte para usar». Lo dice orgullosa y no es para menos, no es sencillo emprender y más aún si lo haces desde el salón de casa.
FUENTE https://nuevecuatrouno.com/2025/08/21/en-ceramica-siempre-la-ultima-palabra-la-tiene-el-horno/